Tal y como prometí en un este artículo, os explicaré y contaré cómo construí durante el verano este pequeño coche robot con mi hija. Fue un proyecto pequeño, pues en verano tampoco se debe agobiar a los niños. Tampoco lo hemos desarrollado demasiado, y se ha quedado ahí, a la espera de nuevas vacaciones, o nuevos ratos libres, para continuar creciendo.
Pero no me detendré tanto en cómo lo hicimos nosotras. Ya expliqué en mi este artículo que esto era lo de menos. El carro, en realidad, fue el ‘McGuffin’ que hacía que avanzara la trama principal de esta historia. Lo importante era el tiempo que íbamos a pasar juntas, haciendo algo interesante que nos uniera; y que me permitiera, de paso, ir enseñándole formas de pensar, de enfrentarse a nuevos retos. En mi caso, como soy ‘geek’, a través de la tecnología.
De modo que no voy a empezar como suele hacerse en un tutorial: con los pasos que dimos para conseguir los materiales y hacer el robot. Esa es la parte ‘fácil’ de la cosa. Primero hablemos de lo complicado (en mi opinión): el proceso de ‘alumbrar’ una idea que enganche a nuestros hijos, y jóvenes.
El primer paso: conectar
En mi opinión, lo primero que tenemos que hacer es conocer bien qué cosas les interesan para conectar con ellos y captar su atención.
Esto puede parecer una tontería, una frase obvia, digna de una charla de ‘postureo’. Pero créanme, no lo es. Lo que quiero decir es que lo primero que debemos hacer es quitarnos las vendas que, inevitablemente, el amor filial pone ante nuestros ojos. Debemos intentar ver a nuestros/as niños/as como son, y no como nos gustaría que fuesen. Olvídate de lo que a ti te gusta, o te interesa. Tu hijo/a, ¿para dónde tira? ¿Para las tecnologías y las ciencias, para la música, o la pintura, para los deportes? ¿Para el diseño, tal vez, o la moda? ¿Es curioso, o mas bien contemplativo? ¿Es activo, o pasivo? Incluso, ¿qué edad tiene?
Obsérvalo/a, y no lo/a juzgues. Y sé sincero, incluso contigo mismo. Trata de ver donde a veces ni siquiera el/la niño/a ve todavía. De este paso depende el éxito del proyecto. Lo que se haga después puede variar, hay miles de posibilidades para cada tema, pero tiene que ir en su camino. Si no, ni lo intentes. No lo/a engancharás.
Segundo paso: buscando ideas
Una vez definido por dónde vas a tirar, piensa en algún proyecto. Una buena opción es buscar ideas por internet, Google, Pinterest, Youtube… Date tiempo y ‘bichea’ todo lo que haya por ahí. Y recuerda que no se te tiene que ocurrir nada nuevo o grandilocuente (si es así, magnífico), sino buscar algo, una idea que lo atrape. Aunque sea antigua, da igual. Ya le daréis luego vuestro toque personal, o familiar.
Escoge un tema, pero no te quedes ahí. No te ‘cases’ con él en exclusiva. Después de todo, hasta aquí eres tú quien está eligiendo, y puede que esa idea no funcione. No pasa nada, no somos infalibles. Mi consejo es que tengas dos o tres mas de reserva…
Tercer paso: tu proyecto
El próximo paso es convertir ese proyecto en un reto tuyo. Tú quieres hacer eso. Lo vas a hacer. Y se lo planteas, captas su atención. Recuerda, es un proyecto para pasar tiempo juntos, y no puede parecerse al cole, donde les mandan a realizar proyectos como tareas con la presión de la evaluación.
El objetivo es que te acompañe, se sume a tu entusiasmo. Que te ayude e, incluso, te solucione algunos problemas. Convérsalo con él/ ella, pero sin agobiar. Que sea un proceso, hasta llegar al momento de: “¡Ah, pues vamos a hacerlo!”.
Entonces empieza la parte práctica. Ahora ya puedo con el tutorial de este pequeño coche robot, como un ejemplo práctico de todo lo que te he dicho hasta aquí.
En el próximo post ya entraremos en el cacharreo, en cómo acometimos el proyecto, lo prometo.
Y tú, ¿has realizado algún proyecto en familia? ¿cómo los has planteado? Nos encantaría leerte.