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Recientemente he participado como tutora en la segunda edición del MOOC de la Universidad de Granada sobre Software Libre. Como el año pasado, ha sido una experiencia realmente enriquecedora, que me ha reafirmado en la percepción que tuve en la primera edición: en el intercambio con los alumnos también aprendemos mucho nosotros, los tutores. Sus preguntas, sus opiniones en los debates, nos hacen reflexionar y darnos cuenta de algunas de las tendencias y avatares de la sociedad, y sus colectivos.

Esta vez, además, el curso se ha desarrollado en medio del confinamiento por la pandemia del coronavirus. Un elemento ‘extraño’ que a veces, de alguna manera, se ha colado en los debates de manera tangencial. Es lógico. El tema del módulo en que yo participé era ‘Educar con Software Libre‘, y este ha sido, sin duda, uno de los ámbitos en que el COVID-19 ha tenido un mayor impacto, desde el punto de vista tecnológico… Bueno, de esto hablaré en otro post, pues aún necesito poner un poco en orden algunas ideas…

Las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC)

Hoy, en cambio, quería reflexionar sobre un tema que se ha debatido en el foro del curso, y que también ha cobrado mucha actualidad en las circunstancias que vivimos, y que viviremos: Las TIC (Tecnologías de la información y de la comunicación), las tecnologías en general, ¿son positivas o negativas para la Educación? 

Pienso que las TIC son, en realidad, unas herramientas. Muy poderosas, complejas, variadas, transformadoras. Pero herramientas, al fin y al cabo. Y, por lo tanto, lo positivo o negativo que puedan tener estará siempre en el uso que le demos. En la Educación, y en todo. 

Es indudablemente ‘bueno’, por ejemplo, estar conectados al sistema de Salud para sacar las citas, o hacer consultas, o tener centralizadas y accesibles nuestras historias clínicas, para atender en el día a día a personas mayores en pueblos apartados… Para miles de cosas. Pero claro, luego están los que se ponen a buscar información en sitios no profesionales y auto medicarse, o los que compran ‘medicinas’ en internet, o los hackers que atacan a los hospitales en medio de una pandemia (que hay que tener mala entraña para hacer algo así…), o los que venden la información confidencial de los pacientes…

El GPS en los móviles, por otro lado, es ‘bueno’ para saber tu ubicación y cómo llegar, digamos, a una dirección que no conoces para hacer una gestión. O para que venga la grúa cuando tienes una avería en carretera. O para que encuentres el aparato si te lo roban o se te pierde. Pero luego vienen los gobiernos y empiezan con el seguimiento, el control de los movimientos (aunque digan que es ‘por nuestro bien’), etc. Y hacen que esa tecnología sea algo que, mejor, deberíamos tener desconectado…

En fin.

En la Educación

La Educación es una actividad muy compleja, delicada, y amplia. Y eso es lo que la hace apasionante. Además, es un mundo que siempre ha ido evolucionando con los tiempos, y ha ido englobando las nuevas corrientes sociales y de pensamiento que van surgiendo. Y las tecnológicas. El grafito, los lápices, fueron un adelanto tecnológico. Y las gomas, y los bolígrafos. Son tecnologías relativamente modernas, aunque ahora ya nos parezcan algo tan cotidiano que no les prestamos atención. Incluso los métodos de enseñanzas han cambiado muchísimo en las últimas décadas.

Pero es cierto que la revolución tecnológica que vivimos es algo distinto. Su capacidad transformadora de tantas facetas de nuestras vidas, de nuestras sociedades, y la velocidad a que lo hace, está siendo como un tsunami en muchos ámbitos. Ya los cambios no se producen a través de las generaciones, sino en el transcurso de unos años. Y los educadores han visto llegar de pronto unos avances tecnológicos que, si no se saben gestionar, alteran la misma esencia de su labor. Las tecnologías están cambiando el soporte y la misma forma en que se lee y se escribe, por ejemplo. O la forma en que se adquiere la información, o se planifica un trabajo. Es difícil gestionar todo esto a nivel de clase, de sistema, de concepto incluso.

Pero, ¿es esto bueno o malo?

Mantengo lo que dije mas arriba: todo esto no son mas que las herramientas que se usan, y se usarán, en su tiempo. No pueden sustituir la labor educativa, pero hay que educar al ciudadano en su tiempo, y para el futuro que le tocará vivir. Estos niños y jóvenes viven, y vivirán, en un mundo en el que también habrá mucha tecnología. Esto no se puede soslayar.

De modo que debemos hacer que las tecnologías, esas herramientas, nos ayuden en nuestro cometido esencial, que es educar, enseñar. Todo lo que vaya en esa dirección, será bueno.

La Realidad Virtual, o la Aumentada, pueden ayudar mucho en Matemáticas, por ejemplo, como muestra el proyecto Neotrie. (Y miles de ejemplos mas). 

Neotrie

PERO, por supuesto, mal empleadas, o empleadas en exceso, pueden tener efectos negativos en algunos aspectos. Todo depende del uso que le demos, y en qué contexto se lo demos. Son ellas las que tienen que servirnos para nuestros objetivos educativos, y, por ello, defiendo siempre que lo primero que debemos hacer es tener claro, precisamente, cuáles son estos objetivos educativos.

Qué educación queremos dar, qué queremos enseñar, qué seres humanos queremos formar.

Lo demás, es adaptarnos y utilizar las herramientas de nuestro tiempo.