Siempre me han fascinado los espacios que giran en torno a una gran mesa central y en el que todos se reúne para conversar, jugar, trabajar…
Aprovechando el puente de la primera semana de diciembre, la propuesta que planteé en nuestra actividad de robótica y programación, giró a uno de esos recuerdos de mi niñez: cuando los vecinos nos reuníamos a jugar al parchís alrededor de una gran mesa. Jugábamos, inventábamos en pequeños grupos durante horas y horas…
Protagonistas de su aprendizaje
Y con esta idea, la actividad buscó explorar nuestro propio aprendizaje, aprovechando los robots construidos en la sesión anterior. Así pondríamos en práctica los conocimientos de programación que vamos asimilando, y construiríamos otros elementos con el resto de piezas de LEGO. Como resultado final crearíamos una película utilizando la herramienta STOP Motion, que ya habíamos usado en otra ocasión.
Una vez dadas las indicaciones iniciales, cada grupo fue libre de realizar su proyectos de forma abierta. Construir cualquier elemento necesario sin seguir instrucciones, programar utilizando los bloques conocidos y explorar otros, aunque no supieran en ese momento para qué se utilizaban, intercambiar piezas y compartir con otros grupos…
Aprendizaje para su vida
Son maravillosos estos ambientes abiertos y espontáneos, en los que se tiene tiempo de experimentar, probar y corregir el resultado, de modificar sobre la marcha dónde nos equivocamos, y buscamos soluciones…
Es ahí donde surge la magia, y eso lo ví en la emoción en los rostros de los niños y niñas. De alguna forma, de experiencias así surge el verdadero aprendizaje. Ellos/ellas son los verdaderos protagonistas de construir sus conocimientos y reflexiones, tan necesarios para su día a día.